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La FÁBRICA MÍSTICA que encierra la obra de JUAN MUÑOZ

11/02/2019

Entre naves industriales, a las afueras de Lleida, la 'Fundación Sorigué' acoge desde 2017 la última obra de Juan Muñoz, 'Double Bind', un limbo artístico donde sus figuras místicas esperan.

Double Bind fue sin proponérselo la última obra del artista Juan Muñoz (Madrid 1953-Ibiza 2001) y la cumbre de su carrera. Es una instalación potente, ambiciosa, imaginativa, en la que conviven arquitectura, escultura, escenografía, una dramática iluminación, narración, diálogo y juego. Considerado uno de los mayores renovadores de la escultura contemporánea, Juan Muñoz fue, más que un escultor, un contador de historias que se valía de todos los medios de expresión que tenía a su alcance. Su magia radicaba en inventar universos inmateriales que solo existían en la mente del espectador. La muerte le sorprendió a los 48 años, cuando acababa de inaugurar este proyecto para la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres, que desde otoño de 2017 se exhibe por primera vez en España en la Fundación Sorigué de Lleida.

En medio del paisaje lunar del complejo industrial del grupo Sorigué, rodeado de maquinaria pesada, se puede visitar Double Bind hasta 2022 con cita previa. “Es un lugar donde el arte contemporáneo ayuda a enfatizar los procesos productivos. Donde se da una intersección entre creatividad e industria”, nos cuenta Ana Vallés, presidenta de la fundación, que ha restaurado uno de sus edificios específicamente para este proyecto. “La obra se acompaña de un centro de documentación en un espacio adyacente. Los dibujos, fotografías, notas, bocetos y textos ofrecen claves que ayudan a entender el proceso de trabajo”, explica Lucía Muñoz, hija del artista, a cargo de esta instalación que ofrece varios niveles de lectura y explora aspectos como la escala, la distancia, la intimidad y la monumentalidad. Una rampa de más de 40 metros de longitud nos conduce a través de la oscuridad. Al final de ella, un total de 20 figuras humanas viven en una especie de limbo.

Una escalera da acceso a la planta de arriba, el mundo de la luz, desde el que se observa un horizonte óptico, aunque no transitable. “El efecto es místico, religioso, como cuando entras en una catedral; tiene algo que te silencia, te ralentiza. Te adentras poniendo tus sentidos en alerta, a la búsqueda de algo o de alguien”, dice James Lingwood, comisario de Double Bind en 2001 y amigo personal del artista. El título de la obra, además, está tomado de la teoría desarrollada por el antropólogo Gregory Bateson en los 60. Su estudio sobre la esquizofrenia desarrolla la idea de que el estado moderno, la familia y la sociedad producen espacios psicológicos represivos. Cristina Iglesias, viuda del artista, concluye: “Double Bind es una obra maestra del XX y la Fundación Sorigué ha hecho posible que esté de nuevo viva, abierta para todo el que quiera venir a verla y que contribuya a crear un centro en el que tendrán cabida, más adelante, otras piezas y otros artistas”.

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